
Noel Praén
Me puse a seguir a Faluc, el halcón que me dio mi abuelo, en cuanto vi que se ponía nervioso. Y hubo un par de segundos en los que pude ver a través de sus ojos, ¡te lo juro! Vi un oso enorme de piel despeluzada y duro como el acero, que acababa de destripar una docena de corderos. Lo vi todo desde lo alto, como si estuviera en el cielo, y el monstruo no parecía percatarse de mi presencia. No, ya sé que no me crees, igual que mi tío Soden... Creéis que lo he soñado, o que lo he inventado todo para no tener que reconocer que salí huyendo.